Existe una razón de peso para que insistamos en la procedencia orgánica del cáñamo utilizado para obtener productos de CBD, entre ellos el aceite. Y es que el cáñamo es una planta con la capacidad de absorber todo tipo de compuestos del Medio Ambiente en que se cultiva.
La parte positiva es que esto hace que el cáñamo sea fácil de cultivar, creciendo sin problemas si tan solo dispone de una cantidad limitada de espacio y nutrientes.
Ahora bien, su parte negativa es que si el suelo está contaminado con químicos y metales pesados, la planta los absorberá y posiblemente llegarán al producto final.
Entre los químicos y metales pesados que suelen encontrarse en suelos contaminados, se encuentran: arsénico, aluminio, cadmio, cromo, cobre, cobalto, plomo, mercurio y muchos otros.
Sin contar, por supuesto, los contaminantes que pueden encontrarse en el aire, los cuales también son absorbidos por la planta.
De ahí la importancia del cultivo de cáñamo orgánico, que se produce en entonos controlados con un nivel seguro de materiales tóxicos y metales pesados, evitando el uso de pesticidas y herbicidas.
Un aceite de CBD seguro debe haber sido certificado como orgánico por el USDA (Departamento de Agricultura de los Estados Unidos) o una organización equivalente. Esto se logra a través del envío de muestras del suelo y los cultivos cada cierto tiempo para su análisis.
Asimismo, te recomendamos evitar los aceites de CBD elaborados a partir de cáñamo cultivado en India o China, puesto que estos países son los que tienen más altos niveles de contaminación en el suelo a nivel mundial.